jueves, 30 de octubre de 2008

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS.

Sí, como seguramente habréis escuchado, John Boyne ha escrito una obra, reconocida como “El niño con el pijama de rayas”. Se trata de un libro que habla sobre Berlín en el año 1942, es decir, sobre el periodo en que Hitler estaba en el poder. La historia trata de un niño judío que está en un campo de concentración o exterminio, a partir de ahí va ocurriendo una serie de hechos.

De este gran libro, han sacado, tal y como seguramente habréis ya escuchado, una película titulada también “El niño con el pijama de rayas”.
Yo fui al cine a mirarla, y, como consecuencia de mi impresión, personalmente recomiendo tanto a mis compañeros como a mi profesor que, en el caso de que no hayan ido, se dispongan a verla puesto que es estupenda. Mientras la estaba mirando, los sentimientos me cambiaron, las emociones, las ideas de pensar se me aclararon todavía más, e incluso parecía que lo estuviese viviendo.
Otro factor muy necesario para ver una buen filme, es una buena compañía, y, como no, tú lo has sido.


Un saludo.


viernes, 17 de octubre de 2008

Subida de precios

A día de hoy, la crisi económica es un fenómeno destacado en nuestra sociedad. Y, dado que uno de los principios más importantes de la economía es el de la ley de la oferta y la demanda, creo conveniente y aprovechable una referencia a ello como medio para ejercitar nuestras mentes y, con ellas, la conciencia.

Uno de los factores importantes a los que se puede centrar la teoria, rae en el crecimiento de países como China, India y el resto de Asia hace que miles de millones de ciudadanos quieran comer más y mejor. El hecho de comer "mejor" se identifica en comer carne proveniente de animales que, a su vez, tienen que ser alimentados a base de cereales. Si bien diversos estudios reflejan que para producir un quilo de carne se necesitan 6 quilos de cereales, sabiendo que estos mismos cereales préviamente hubieran sido destinados directamente al consumo humano y ahora se destinan al consumo de cerdos, vacas y pollos entre demás ganado, es notoria la subida de demanda de dichos bienes y, como consecuente de ésta, el incremento de precios.Además, el crecimiento de estos países supondrá también, entre sus habitantes, una necesidad (o deseo) de usos relacionados por ejemplo con el petróleo, el gas natural, la energía, madera y carbón que serán pues demandados en adición y por lo tanto subidos de precio. De este modo aumentan los costes de producción y estos costes son traspasados a los precios finales de los alimentos.Centrando más el ejemplo de los alimentos, no debe despreciarse la obsesión de ciertas políticas como la estadounidense en frente los biocombustibles. Pues aunque a simple vista parezca un dato banal, en más o menos discreción, una estrecha relación es la que radica entre los importantes incentivos fiscales que ofrecen determinados gobiernos a la producción de combustibles. Pues ha favorecido ésto que en la actualidad cerca del 30% de las tierras que antes se dedicaban a producir comida para personas, ahora producen para los automóviles. No es de sorprender que de este modo los precios de los alimentos se han disparado.
Ante esta extravagante cúspide en la que la situación se ve sometida, los planteamientos a los que ahora como miembros de la sociedad debemos atener se basan en los procesos o acciones que tendrían que realizarse para mitigar las consecuencias del encarecimiento de los alimentos.A corto plazo, hay que enviar comida a los 100 millones de ciudadanos que la ONU estima que van a pasar hambre. Se podrían utilizar, por ejemplo, los excedentes que generan los subsidios de los países ricos, empezando por las 400.000 toneladas de arroz que el gobierno de Japón compra a sus agricultores a precio subsidiado y que acaba tirando al mar.Mas por lo que hace a largo plazo, aparecen más alternativas y discrepancias. La solución en este segundo caso pasa por aumentar la oferta ya que la demanda no puede ser modificable y para fomentar la oferta existen varias opciones o métodos:Una posibilidad sería redirigir una parte de la ayuda pública al desarrollo agrario. Podría también promocionarse la creación de medianas y grandes empresas agrícolas o abandonar o tratar de suprimir esas obsesiones como la anteriormente mencionadas en relación a los biocombustibles.

Ciertamente, como dice Xavier Sala y Martín, "Como pasa tan a menudo en economía, la solución de los problemas no es la intervención del sector público. Al contrario. El problema es la intervención."